«Fue en noviembre del 2012 cuando desarrollé un programa
que rastreaba e indexaba esas webs ocultas y lo tuve ejecutándose un par
de meses, en los que obtuve más de 100.000 webs catalogadas por diferentes etiquetas para identificar el tipo de páginas que eran», explica el implicado.
«Aparecieron multitud de páginas y foros de pederastas,
incluso te encontrabas con mensajes de los administradores
regocijándose porque llevaban x años "online" y que nunca les había
ocurrido nada... como si fuera una ciudad sin ley donde pueden campar a
sus anchas»., añade.
Es en Deep Web donde confluyen todo tipo de actividades ilegales como venta de armas, tráfico de drogas,
pedofilia, asesinos a sueldo, y cuyo sistema imperante es la red TOR
(The Onion Router) prácticamente imposible de rastrear y de identificar
la identidad del usuario impidiendo así cualquier intervención externa.
De ahí la importancia de la creación de un programa capaz de rastrear este submundo cibernético.
Sin embargo, En España, la reforma del Código Penal de 2010 añadía el
artículo 197/3 en relación con el acceso a sistemas, que establece que:
«El que por cualquier medio o procedimiento y vulnerando las medidas de
seguridad establecidas para impedirlo, acceda sin autorización a datos o
programas informáticos contenidos en un sistema informático o en parte
del mismo o se mantenga dentro del mismo en contra de la voluntad de
quien tenga el legítimo derecho a excluirlo, será castigado con pena de
prisión de seis meses a dos años». Es decir, no distingue entre si son
intrusiones para comprobar medidas de seguridad o si son intrusiones con
finalidad ilícita.
«Sabía de las implicaciones legales, pero continué y en
varias webs conseguí encontrar fallos que permitían extraer toda la base
de datos, incluido el listado de usuarios (en uno de ellos había más de
30.000 pedófilos registrados). Realicé varias aplicaciones para extraer
la base de datos de forma semi-automática de estas páginas con fallos y
envié los programas al Grupo de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil (GDT) por si les era de utilidad», afirma el implicado.
Dos meses más tarde, siete agentes de la Policía judicial
le esperaban con una orden de registro en la mano prestos a realizar la
detención.
«La investigación procedía del FBI y la Europol
y por mucho que dijeran que habían rastreado mi IP desde el foro
concreto del que se me acusaba una supuesta pertenencia, esta red va
cifrada» asegura el hacker, «la única forma que hay de obtener datos es
monitorizando nodos origen, donde las comunicaciones van sin cifrar,
algo que hace el FBI de forma habitual». Por lo que parece toda la
operación surgiría de un servidor del FBI por el que controlan y
monitorizan las conexiones que pasan por ahí para tener controlado a
quien se descargue imágenes y eso, en principio, según fuentes jurídicas
de la Fiscalía, podría ser un agente provocador, una figura que no está
contemplada en nuestro derecho, y que haría impune los delitos
investigados.
«En cuanto al trato, aparte de que uno a uno me iban
presionando, a su forma, para que 'cantara', en general puedo decir que
no se portaron mal, salvo el típico borde que te humilla
psicológicamente con preguntas o sugerencias como que soy gay, neonazi,
que necesito ayuda psicológica, que es mucha casualidad que me pasara
dos veces, etc. A pesar de todo, quiero que conste que la GDT hizo todo lo posible por ayudarme y sacarles del error», añade el hacker en la citada web.
En el registro realizado en el domicilio, aún en el supuesto de haber encontrado imágenes, éstas se habrían almacenado de forma temporal
en el ordenador por lo que no es delito. «En su día hubo una propuesta
para que en la última modificación del Código Penal en 2010 se incluyera
como delito, pero no se llegó a hacer», informan desde la Fiscalía.
Intenta desenmascarar a los pedofilos
«En España luchar contra esta gente es complicado porque la ley siempre les ampara» afirma el hacker,
«pero sería muy sencillo realizar una aplicación que descargara todas
esas fotografías de niños y anotara los hashes o huellas de los
ficheros, de manera que luego se puedan buscar en las redes P2P o en los
ordenadores incautados de pedófilos», se lamenta el implicado.
El hecho de que él colabore con el cuerpo de Policía no le
ha dado ningún estatus especial. «La coordinación entre las diferentes fuerzas del estado es deplorable, no tienen información cruzada. Si se hubieran informado antes habrían visto quién soy realmente», afirma.
«Fue en agosto de 2010
cuando llegué a una web donde se hablaba de un foro pedófilo, y donde
todo el mundo estaba alarmado por la libertad con la que la gente
escribía de temas de menores en él. Como analogía, imagina que un hombre
le está pegando a una mujer en mitad de la calle y hay un corro de
gente mirando y diciendo cosas...pero nadie ayuda. Decidí hacer una
auditoría de seguridad de la web y hallé una serie de cosas», explica el
hacker sus inicios en estas investigaciones.
«Además, como la web era una versión antigua de Joomla, intenté buscar fallos de seguridad para extraer los datos de los pedófilos,
pero tenía bastantes protecciones y finalmente desistí. Después de
denunciarlo a través de internet a los diferentes cuerpos policiales del
Estado, alertó a algunas asociaciones antipedofilia, y así quedó la
cosa», añade el hacker.
Cuatro meses más tarde, a las ocho de mañana, siete agentes de la Guardia Civil y un agente judicial con una orden de registro,
aparecieron en la puerta de su casa y, tras entregarle una denuncia,
procedieron a inspeccionar el domicilio. Dicha denuncia indicaba la web a
la que supuestamente había accedido y que el motivo del registro era
una posible vinculación a un grupo de pederastas.
«Al principio estaba desorientado, pero tras leerlo y
reconocer la web en cuestión, les conté todo y les mostré los mails con
las denuncias. Acto seguido llamaron a sus superiores en Madrid y en
unos minutos cancelaron la orden de registro y únicamente se llevaron mis dos discos duros
del PC, por rutina». Finalmente este hecho quedó con el hacker llamado a
declarar al cuartel, sin detencción y un mes más tarde ratificó la
declaración en el juzgado con su abogado.